Oración al padre




Los que viven no deben estar en guerra con los muertos. Quien se va pagó todas sus deudas. ¿Creen ustedes que nosotros tendremos con don Jorge algunas pendientes?...


HASTA AHORA HE TENIDO---¿quièn lo diría?--- el obstáculo mayor en mi propio hermano JORGE RAMIRO, que se ha apoderadode todos tus bienes de unmodo ruin, artero y tricionero.




Se ha despachadocon lacuchara grande pòrque todo lo quiere para sí mismo y a cuanta gente se le ha atravesado en su loco camino la ha despachado al otro mundo: Gerardo, Alberto, Marisol...






Haré un esfuerzo, y con la ley en la mano, yo veré cómo cumplo con ese deseo.




Lo primero será que lleguen los libros de CAMPECHE A SU DESTINO.





Cumpliré nuestras esperanzas cabalmente en la realidad.

Por eso hoy, ¿lo oyes?, te prometo solemnemente, Padre, al pie de esta ilustre tumba. Te lo cumpliré, lo juro en bien de la cultura en México y en el mundo: Tu Biblioteca será pública y estará consagrada a los estudiosos de la Historia de México.



Oremos..,

con esta oración clásica de un santo que desde hace siglos expresó lo que todos quisiéramos llegar a ser para dejar de padecer:

Señor,

Hazme como hiciste a Don Jorge, conductor de tu Paz:
Para que allí donde haya odio pueda haber amor;
Para que allí donde haya el mal pueda llevar el espíritu del perdón;
Para que allí donde haya discordia, pueda llevar la armonía.

Para que donde haya error, pueda llevar la Verdad,
Para que donde haya la duda pueda llevar la Fe,
Para que donde haya desconsuelo pueda llevar la Esperanza,
Para que donde haya tristeza pueda llevar el optimismo y la Alegría.

Como siempre hizo mi padre, Señor, concédeme que yo pueda pedir y no recibir y no ser consolado;
Comprender y no ser comprendido;
Amar y no ser amado.


Porque, amigos, para encontrarse, hoy sé que hay que olvidarse de sí mismo.
Eso hizo nuestro padre, Don Jorge Denegre-Vaught: nunca pensó en sí mismo y esto es lo primero que nos enseñó:
“Olvídate de qué piensas, crees o quieras y piensa en los demás para darles lo que necesitan”.
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Sí, ya dije: Ayer le pedí perdón a mi padre por todo lo que le hice sufrir.
Don Jorge lloró y dijo su última palabra: “¡Bueno!”

¡Con un enorme esfuerzo, falleció en sus lastimados labios el vocablo al que dio por postrera vez vida, palabra que lo describe eternamente: ¡Bueno!

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